LAS PALABRAS PERDIDAS
Alguien descifra la escritura de la lluvia y sin embargo no puede escapar.
Un alud de imágenes nos extravía la palabra; acudimos al grito y al llanto, a veces a la indiferencia, pero sabemos que necesitamos de la guerra para ser inocentes.
Todo lo ha ofrendado la ceniza.
Desde que desterramos a la noche desaparecieron las más profundas alianzas y nuestros perseguidores pueden encontrarnos.
Una herida siempre recuerda la vida, todo nacimiento procede de su túnel. Un árbol arde en nuestros ojos de agua.
La verdad –es decir lo prohibido–, impone su reino de terror... y hemos decidido habitarlo con las manos entrelazadas.
Creímos que la poesía nos enseñaría a morir...
Persistimos... Con frecuencia hacemos la extraña sonrisa del miedo. Si huimos, la soledad convertirá a alguien en víctima. Por eso la palabra se pasa de mano en mano para construir una morada invisible.
A veces para sobrevivir renunciamos al conocimiento.
Y cuando todos duermen escribimos... Pero un poema es el fósil de un sueño, el cadáver de un dios...
¿Aún podremos salvarnos?
EN NOMBRE DEL GRITO
Crees tanto en la sed: en la vida... En lo invisible. Duermes de cara al oriente. Te purificas en el peligro. En los libros delatas al tiempo como a un pájaro disecado.
En el bosque una encina te sigue. La luz te nombra. Cuando eliges el rumbo del dolor alguien te da un sorbo de agua.
Deseas: esperas siempre equivocarte. Asumes la tiranía del ojo llamada viaje y a veces con un rostro logras curar tu frío.
Sabes de un paraíso que nunca será memoria.
Asistes a la mascarada de la sobrevivencia aunque un ecuador lejano y voraz atraiga tu vuelo. Así logras persistir.
Tus palabras caen como puñados de tierra sobre un cuerpo desnudo.
Aquí comienza el instante. ¿Quién clama? ¿Quién responde entre la sangre? ¿Quién descubre su sombra incandescente?
¡Que el grito siempre pueda detener la herida..!
¡Que el lenguaje alcance para no morir!
OFICIO DE OLVIDO
Una mujer se besa en el espejo, se oculta con su alma, el agua es su soledad.
Un niño escondido en un armario intenta morir.
Las lágrimas de un hombre caen en su taza de café.
Una adolescente con el índice detiene la manecilla del reloj y se estremece.
En el viento hay un mensaje que no comprenderemos.
Tu sombra se rebela.
Nos preparamos para huir de todo lo que amamos.
Quien no parta será olvidado.
El viento dialoga con el fuego.
Espero mi voz.
Viajar también es lo contrario a la muerte.
Mientras la semilla engañe al pájaro no estaremos perdidos.
Nos amaremos en otros rostros.
Nadie se oculta en la memoria.
¿Vendrá alguien a enterrar nuestros nombres?
Derechos reservados de Gonzalo Márquez Cristo